La inteligencia emocional
A pesar de que el primer artículo científico sobre inteligencia emocional fue el escrito por Salovey y Mayer (1990) con el título Emotional Intelligence, éste pasó prácticamente desapercibido en el momento de su publicación, y no fue hasta cinco años después, con la publicación de Emotional Intelligence de Daniel Goleman (1995), cuando se produce una espectacular difusión del concepto. En líneas generales, está bastante consensuado que Salovey y Mayer es probablemente el modelo que goza de mayor prestigio en la comunidad científica, y el de Goleman es probablemente el más popular y conocido.
Según Mayer y Salovey (1997: 10), “la inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”.
La inteligencia emocional es una meta-habilidad, que determina en qué medida podremos utilizar correctamente otras habilidades que poseemos, incluida la inteligencia.
En opinión de Goleman, el CE (coeficiente emocional) puede sustituir en el futuro al CI (coeficiente intelectual), a pesar de sus años de existencia. Ya que el CI no predice nada de cómo una persona es capaz de reaccionar ante las vicisitudes de la vida.
“Es muy importante entender que la Inteligencia Emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas”
-David Caruso-
Diferencia entre el liderazgo con inteligencia emocional o sin inteligencia emocional
La inteligencia emocional se refiere a un “lider con corazón” que perciba, comprenda y maneje las relaciones sociales.
Goleman propone en “La inteligencia emocional en la empresa” que las capacidades de la IE se presentan como la competencia “determinante” que mejor predice qué individuo de un grupo de personas muy inteligentes será mejor líder. Como ejemplo, relata acerca de lo que comentaba un responsable de investigación de una empresa internacional de búsqueda de ejecutivos, “se contrata a los directores generales por su intelecto y su pericia empresarial y se los despide por su falta de inteligencia emocional.”
Una buena identificación y gestión de las emociones está relacionado con la inteligencia y es sin duda el mejor indicador de ella. No sólo es necesario tener conocimiento sobre las emociones, sino que se debe procurar demostrar en el ejemplo diario. Donde más se deja ver es en situaciones de mayor conflicto o estrés, donde uno pone a prueba esta capacidad.
El autoconocimiento es la clave de la IE
Esencialmente, la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones en unos mismo y en los demás. Además es una habilidad cognitiva que se puede mejorar a través de nuestra vida diaria, con el autoconocimiento y el aprendizaje de diversas herramientas.
Una de las características de la IE se basa en el control de la reacción ante un determinado estímulo.
No se trata de reprimir las emociones sino de canalizar su salida en un sentido ecológico y constructivo. Esto es, teniendo en cuenta lo que sucede dentro nuestro y a qué es debido, y cómo poder manifestarlo teniendo en cuenta que estamos en entornos en los que interactuamos con otras personas.
Para ello, se requiere de un hábito de autoobservación y autoconocimiento, indagar en los recovecos de nuestras reacciones, descubrir de dónde proceden y qué emociones se generan.
Una persona emocionalmente inteligente, en los momentos en los que la emoción sobrevenga y parezca que se apodere de ella, será capaz de modelar su reacción más fácilmente. No se dejará arrastrar por el concepto que define Goleman (1995) como secuestro amigdalar para referirse a las respuestas emocionales impulsivas que pueden ser peligrosas.
La autogestión implica ser capaz de controlar las emociones cuando pueden ser perjudiciales, para uno mismo o para el entorno.
Al conocerse uno mismo y recurriendo a la empatía, se puede comprender mejor al otro. Ya que seremos capaces de conocer qué siente y por qué siente ciertas emociones y podremos identificarlas mejor en las demás personas.
En un entorno de trabajo todo esto tiene una incidencia directa en las relaciones con los equipos, la comunicación entre los compañeros y el rendimiento en el trabajo.
Por ello cada vez es más importante poder llevar a cabo programas en los que se puedan enseñar herramientas de gestión emocional. Como recurso para poder optimizar el clima laboral, el rendimiento en el trabajo, mejorar el bienestar individual y del entorno, mejorar la calidad del trabajo en equipo, mejorar la relación con los clientes, y que todo ello contribuya a una mejora en la rentabilidad de la empresa.
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Fina Martínez
Redactora
Grupo Humannova
*Imágenes tomadas de Freepik & pixabay
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2 Comment(s)
muy interesantes los posts
Excelente articulo