Cada vez que un ganso bate sus alas produce una corriente de aire que ayuda al pájaro que lo sigue. Volando en una formación tipo V, el grupo como un todo, aumenta su rango de vuelo en un 71% con respecto a la distancia que podría volar si lo hiciera solo.
Cuando un ganso sale de la formación inmediatamente siente el peso y la resistencia de tratar de volar solo, entonces rápidamente vuelve a la formación para poder beneficiarse de la capacidad de impulso que produce el pájaro que va delante de él.
Cuando el ganso líder se cansa, deja el puesto rotando hacia atrás en la formación y otro ganso se pone a la cabeza de la misma.
Los gansos que van atrás de la formación graznan, alentando a los de adelante para que mantengan la velocidad.
Cuando un ganso se enferma, es herido o derribado, dos gansos se salen de la formación y bajan para ayudarlo y protegerlo. Permanecen junto a él hasta que pueda volver a volar o hasta que muera. Después ellos viajan solos para integrarse a otra formación o vuelven al grupo original.”
Fuente texto: Action Coach
La conocida forma de viajar y vivir de los gansos nos recuerda, de nuevo, lo imprescindible y efectivo de la colaboración y la colectividad. Imprescindible, no solo para la supervivencia de los gansos, sino también para la supervivencia de nuestras empresas, la cual va a depender de la capacidad que tengamos de compartir conocimiento internamente.
Y, sin embargo, si preguntamos en nuestro tejido empresarial, comprobamos lo difícil que es colaborar, en la gran mayoría de empresas no se colabora o se hace muy poco. No hablamos de colaboración externa – eso es todavía más complicado – sino dentro del equipo o entre departamentos.
Algo que parece tan sencillo y natural – como practican los gansos – se transforma en misión imposible.
¿Porqué no colaboramos más?
Me niego a creer que las personas seamos egoístas por naturaleza. Recordemos a Richard Dawkins, en su Teoría del Gen Egoista recalcaba la importancia del altruismo para la supervivencia de la especie “Tu rascas mi espalda, yo cabalgo sobre la tuya”, Dawkins describe mediante ejemplos de especies animales, cómo actúa el gen egoísta cuando individuos animales, ya sean de la misma especie o de diferente, viven en grupos. Vivir en grupos, defiende Dawkins, trae consigo beneficios heterogéneos, gracias a que, al vivir en grupos, los genes de los individuos toman más beneficios de la asociación que lo que invierten en ella”.
Y, sin embargo, en nuestras organizaciones nos encontramos con multitud de barreras, a veces difíciles de salvar hasta para la más generosa y altruista de las personas. Hemos creado sistemas competitivos que no potencian la colaboración y ahora la estamos reclamando como algo imprescindible. Estamos encerrados en nuestra propia trampa.
Es difícil colaborar cuando:
- Mis objetivos primero. Tenemos objetivos individuales o por departamentos que potencian la competitividad, y mis incentivos dependen de su cumplimiento. Sistemas de gestión de desempeño obsoletos para los nuevos tiempos que corren.
- Es la ley del más fuerte. No existe una cultura de confianza en la organización.
- Esto no me toca a mí. Nos limitamos a cumplir con las funciones y tareas de nuestra Job Description, y sin embrago nadie se ocupa de aquellas otras tareas que no están asignadas, que “no son de nadie”, simplemente por los objetivos y el bien común de la organización. No asumimos una responsabilidad compartida por todos con el propósito de la organización.
- Si los demás no lo hacen porque voy a hacerlo yo. Tenemos a nuestro alrededor personas “poco cumplidoras” y no pasa nada, no están penalizadas por la organización. Y la organización no reconoce, no premia los comportamientos colaborativos …Total para qué.
- Siempre acabo solucionándolo todo yo. Tenemos una percepción subjetiva de nosotros mismos, creyendo que somos más colaboradores que los demás.
Y una larga lista de barreras que nos impiden colaborar.
La inteligencia conectada, la colectividad emergente no se darán sin colaboración.
Las nuevas tecnologías – llámese blockchain, industria 4.0, Inteligencia Artificial, IoT, o lo que sea- no son la auténtica revolución. Lo que nos ha llevado a desarrollar las nuevas tecnologías son “tecnologías” mucho más potentes y se llaman conectividad y colectivismo emergente, son las claves del futuro para generar abundancia y evolucionar. Son las claves que nos ayudarán a prospectar ese futuro incierto y reaccionar con antelación. Son la auténtica revolución.
No el colectivismo que anula al individuo a favor del grupo, sino un nuevo colectivismo con personas que gestionan sus egos para que no interfieran con los intereses del grupo, que respeta las diferencias, necesidades y motivaciones individuales y las integra en el grupo. Un colectivismo que valora la diversidad por su riqueza, porque considera que los diferentes conocimientos y pensamientos integrados son los que suman valor. Quizás no se llame colectivismo pero no he encontrado una palabra mejor para expresarlo.
Ya no podemos imaginar una organización inteligente, las que se preparan para un futuro complejo, sin esa inteligencia conectada y compartida, ni ese colectivismo emergente. Pero para ello la colaboración es indispensable.
Las bases de la colaboración
Las bases de la colaboración, los “básicos” que necesitamos en nuestras empresas para empezar a crear la semilla que nos llevará a una nueva consciencia colectiva. Aquí resumo algunas de las bases:
- Reciprocidad: Numerosos estudios demuestran que las personas somos proclives a colaborar siempre y cuando haya reciprocidad, no nos gusta quedar como ingenuos. La reciprocidad es la base de la confianza.
- Generosidad: La generosidad se contagia y conduce a la colaboración. Pero para ello necesitamos una comunicación transparente, coherente y sincera, que transmita confianza y credibilidad.
- Orgullo de pertenencia, sentir que trabajamos juntos por y para algo importante.
- Respeto sincero hacia los demás miembros de la organización, del equipo, y de sus diferencias. La diversidad es riqueza.
- Gratitud, agradece a las personas que te rodean su ayuda. No escatimemos gratitud, tiene un efecto mágico.
- Y lo más importante, la confianza.
La buena noticia, es que la colaboración y la generosidad es contagiosa, como la risa. Si empezamos a practicarla sin esperar nada a cambio, los resultados llegarán solos.
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Alicia Pomares
Socia Directora Grupo Humannova
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Conciencia colectiva es la esencia del ser humano