“El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro.”
J.F. Kennedy
Liderazgo y organizaciones
El liderazgo en el siglo XXI es transformación, inspiración y adaptación constante. De nada sirve verlas venir cuando nuestro entorno va más rápido que nuestras decisiones. Hoy más que nunca, si somos reactivos a los cambios que nos vemos obligados a realizar estamos condenados a sufrir como organización y como profesional.
Nos encontramos inmersos en un mundo cambiante que evoluciona mucho más rápido de lo que lo hacen las personas. Es por eso que necesitamos otro tipo de liderazgo que sea capaz de gestionar estos cambios tan veloces. Las jerarquías rígidas y poco resilientes son y serán un impedimento y una enorme barrera a la adaptación flexible y continuada que se requiere actualmente.
Tenemos que apoyarnos en la tecnología digital, pues, para facilitar y ayudar a que esas adaptaciones sean lo más rápidas posibles y lo menos traumáticas. Los cambios son difíciles y duelen, mucho. De ahí la importancia de un nuevo líder digital y transformador que impulse y que propicie un entorno favorecedor en donde instaurar el cambio como algo inevitable, constante y positivo.
Necesitamos de líderes centrados en personas y no sólo en procesos como clave del éxito evolutivo de las organizaciones.
Invertir en el desarrollo del talento y fomentar la autonomía y la autogestión de nuestros equipos. Crear y fomentar una cultura de innovación constante será un pilar fundamental de las organizaciones que sobrevivan al resto. Crear intraemprendedores capaces de ir más allá de la mera delegación y que propongan cambios que generen inteligencia compartida y colectiva. Este será el rol prioritario del liderazgo digital.
Está claro desde mi punto de vista que las organizaciones con estructuras ágiles y cambiantes y con una apuesta firme por el liderazgo digital y transformador como impulsores del crecimiento y la innovación serán las únicas que puedan enfrentarse a estas necesidades de adaptación constante. Es un tema de supervivencia. Y de absoluta prioridad.
Hacia una cultura innovadora
En entorno digitales y tecnológicos como los actuales y con todo lo que estamos a punto de experimentar con los avances en desarrollo de aplicaciones y herramientas que cambian todo, no queda otra que instaurar una cultura que abrace la creatividad y la innovación como su “mantra” empresarial.
No queda más que afirmar sin tapujos que la transformación digital como enfoque empresarial poco tiene que ver con utilizar herramientas tecnológicas de última generación, sino que será una forma de entender las nuevas reglas del juego y aprovechar las oportunidades de un futuro que no sabemos muy bien como va a ser. Hablamos de una transformación cultural en mayúsculas.
Una cultura donde los retos y los proyectos de innovación convivan con una estructura más tradicional de resultados a corto plazo. Es impensable no aprovechar las capacidades de las personas que componen una organización y sólo limitarlos a sus “obligaciones” diarias. Despilfarrar el talento y la creatividad de nuestros colaboradores es un lujo que no podemos permitirnos.
En la era de la conectividad y de las ideas tenemos que sacar el máximo provecho de la inteligencia colectiva generando espacios de trabajo innovadores y apoyando conductas y comportamientos que ayuden a sacar lo mejor de cada uno para el bien común.
De no hacerlo nos arriesgamos a dos cosas: languidecer como organización hasta desaparecer y, por otro lado, acabar perdiendo aquellos profesionales movidos por retos y proyectos estimulantes que hagan que podamos continuar en esta carrera digital, innovadora y disruptiva.
Inteligencia Colectiva y aprendizaje
Aprovechar la inteligencia colectiva y cambiar la forma de entender el aprendizaje es otro de los temas de gran importancia para las organizaciones digitales. La forma de comunicarnos y de intercambiar experiencias y conocimiento ha cambiado.
Ha cambiado en nuestro día a día y tiene que cambiar en las organizaciones. Ya prácticamente todo se hace mediante aplicaciones instantáneas y en las empresas nos empeñamos en usar herramientas que dificultan la rapidez y la manera más eficiente de trabajar. Este tipo de herramientas no nos sirven para otro tipo de procesos de intercambio como son los innovadores y de mejora continua.
Las herramientas sociales internas son las que van a mover las organizaciones porque son capaces de generar conocimiento de una manera fácil, rápida y abierta.
Nos alejamos completamente del estándar jerárquico y nos adentramos en el mundo del autodesarrollo, del autoaprendizaje, del compartir y del colaborar para aprovechar el talento individual en aras de generar conocimiento e inteligencia colectiva. Es la mejor manera de aprender en entornos complejos, con múltiples vías de acceso a conocimientos que de otra manera sería prácticamente imposible de adquirir.
Es difícil comprender que todo ésto es el aprendizaje del futuro pero cuanto antes nos demos cuenta que el aprendizaje tradicional no funciona en entornos veloces, ágiles y cambiantes antes seremos capaces de convertir nuestro entorno profesional y personal en una fuente inacabable de desarrollo y crecimiento organizativo y profesional.
Por Marc Vigilante
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