“Nacemos sabios y morimos idiotas, entre medio, el sistema educativo” Albert Einstein
Efectivamente nos educan, entre otras cosas, para que planifiquemos bien nuestras tareas y organicemos bien nuestro tiempo y conseguir el máximo de eficiencia. Evidentemente, en la gestión, en la innovación, en la vida, son importantes la planificación, la organización, la estructura y el método, conceptos que todos tenemos claros e intentamos aplicar a nuestra forma de hacer las cosas. En las escuelas de negocios nos han enseñado las ventajas de tener estas capacidades para lograr el éxito.
Sin embargo, nada nos dicen de aprovechar las casualidades, de dejarse llevar, mirar con nuevos ojos y mente abierta. No nos hablan del poder de las conexiones accidentales. No nos hablan de la magia de la serendipia para innovar, de aplicar una buena dosis de serendipia en nuestro día a día. Quizás tu vecino, tu hijo, tu compañero de tren o aquella persona que te cruzas por la calle tienen la respuesta que, sin saberlo, andas buscando.
Serendipia son los descubrimientos afortunados que se producen sin planificación.Detrás de grandes y pequeños descubrimientos está la serendipia: la penicilina, el principio de Arquímedes, el post-it, la viagra, América, y muchos, muchos más.
Pero no es sólo una casualidad que aprovechamos, sino que es una habilidad, es la facultad de los individuos que, receptivos a la casualidad, hacen de la misma inferencias valiosas, deducciones que contribuyen a la ampliación de los campos del saber y a la innovación.
La serendipidad refleja algo que la vieja gestión se ha empeñado en obviar siempre: el fascinante poder de lo aleatorio en los procesos de innovación y creatividad, y que se materializa gracias a una actitud de “dejarse llevar” y de huir de la “sobreplanificación”. Es la intuición, la sagacidad, la perspicacia que conduce a aplicaciones valiosas.
La serendipia es una actitud
Serendipia es conversar con alguien, pasear por tu ciudad, navegar por Internet, leer un blog, conectar con un nuevo contacto en tu red social favorita… y dejar que la magia de las conexiones espontáneas suceda; descubrir algo que te cambia el rumbo, el enfoque de un problema, llevándote a una solución mejor.
- Escucha. Intercambia ideas con tus compañeros de trabajo, escucha a los que en teoría no tienen conocimientos de tu área de trabajo y sorpréndete con lo que te aportan. Serendipia es escuchar y observar sin un propósito determinado.
- Sorpréndete. Busca que cada día algo te sorprenda, déjate llevar por el azar de vez en cuando y descubre qué te aporta. Serindipia es fluir, es ser curioso.
- Sal de la caja. Utiliza el pensamiento lateral, conecta ideas dispares entre sí, inspírate para llegar a la idea brillante, el momento “Eureka”. Serendipia es crear e innovar.
Los bloqueos a la serendipia
Pero ¿qué nos impide disfrutar de momentos de serendipia?
- Excesiva planificación: Nos han educado para que tengamos objetivos claros y definidos en la vida y en el trabajo, y que nos planifiquemos para conseguirlos.
- Pensamiento lógico: Nuestra mente crea modelos fijos de conceptos, lo que limita la capacidad de uso de la información nueva. La función del pensamiento lateral es la reestructuración (perspicacia) de modelos antiguos y la creación de modelos nuevos (creatividad).
- Obsesión por una idea: Nos lleva a rechazar automáticamente ideas contrarias.
- Endogamia: Consiste en rodearnos de nuestros afines, personas que piensan y sienten como nosotros, no dejando espacio para la diversidad, que tanto nos enriquece con sus visiones diferentes.
- Excesiva orientación a resultados: Nos provoca visión “túnel” y estrés, apartando de nuestro camino todo aquello que a priori no asociamos con nuestros objetivos.
- Actitudes arrogantes y de superioridad: Creer que los demás no nos pueden enseñar nada.
- Rutina: Si cada día haces lo mismo, no esperes resultados nuevos.
La serendipia es una actitud. Para disfrutar de ella, necesitamos cierta predisposición, curiosidad, una mente abierta, un amplio rango de intereses y habilidad para aprovechar lo accidental. ¡Pruébalo, te sorprenderán los resultados!
Por Alicia Pomares